miércoles, 14 de mayo de 2008

Alguna vez dijo Pablo Neruda...

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos"

El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como esta la tuve entre mis brazos.

La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.

Cómo no haber amado sus grandes ojos fijo.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.

Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.

La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.

Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.

Mi corazón la busca y ella no está conmigo.
La misma noche me hace blanquear los mismos árboles.

Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuanto la quise.

Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.

Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.

Es tan corto el amor y tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque este sea el último dolor que ella me causa
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.

viernes, 2 de mayo de 2008

Amanecí entre tus brazos

Al despertarme el día de hoy, por apenas un segundo, sentí que estabas conmigo. Sentí que mi cabeza descansaba sobre tu pecho, que tus brazos rodeaban mis hombros y mi cintura, que mis piernas se entrelazaban con las tuyas; percibí el ritmo de tu respiración, el sonido de tu risa queda, el calor de tus manos jugando con mi cabello, tu dulce aliento sobre mi cara... tal vez sonará exagerado, pero incluso percibí tu olor claramente, no como las vagas evocaciones conjuradas por los sueños, sino clara y perfectamente aquí a mi lado.

Ya sé que parece locura, pero por un segundo apenas (como si te hubieras escondido en el mínimo instante que me tomó abrir los ojos) estuve positivamente segura de que estabas conmigo.

Y, a riesgo de parecer perezosa (que sí lo soy, para qué mentir) no puedo esperar el momento de volver a dormir para que, en ése breve momento que le toma a la mente darse cuenta de que se está despierto, pueda quizá sentirte junto a mí.