martes, 28 de abril de 2009

¿Quién dijo miedo?


Una pequeña aclaración antes de empezar: en general detesto la Psicología. Es asunto de debate si quieren que entremos en tema. El siguiente texto fue el trabajo final para mi curso de Psicología I en el Bachillerato (larga vida al CCH Naucalpan!) Lo publico porque en aquellos tiempos tuve una maestra tan buena que incluso consideré estudiar psicología, hasta que dejé en cálido nido del salón de clases y de la profesora Araceli Miranda y descubrí que la Psicología es como la fábula de los ciegos y el elefante (si no la conocen, la puedo publicar)
Bueno, es todo. Tal vez el texto no esté a la altura de la excelente maestra que tuve, pero lo encontré y pensé "mejor que esté seguro en Internet antes de que entre otro virus a mi computadora y haya que formatearla"



“¡Ay, mamachiita!”
Adalberto Martínez ‘Resortes’



El término miedo proviene de la palabra latina metus, y el diccionario lo define como la perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario, o bien, el recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea. ¿Simplón, no? Cualquiera que se haya visto frente a un carro en marcha o con una araña en el brazo o al borde de un andamio inestable pensará que esta definición se queda corta con ése sentimiento de que el estómago se ha volteado al revés, el hormigueo en los pies y la opresión en el pecho.

¿Qué es el miedo? ¿Por qué reaccionamos con miedo ante ciertas situaciones? ¿Por qué otras personas no reaccionan igual? No lo sabemos, pero la mayoría de los psicólogos cree que se debe en parte a la educación, en parte a los vínculos y a los estímulos con y desde el exterior durante el desarrollo humano. El miedo es considerado una conducta psicológica normal para el ser humano y se asocia especialmente a los niños y las mujeres (a todos nos ha tocado que, al enfrentarnos al mortal peligro de un french poodle que nos ladra detrás de la reja de su casa, algún comprensivo y tierno amigo nos dice “¡Qué miedoso! ¡Pareces niñita!”)

La psicóloga Sandra Bravo define el miedo como “una de las sensaciones básicas del ser humano; una reacción ante algo que implica que debemos tener precaución” (Conozca Más, 2005). Otros psicólogos lo definen como “una medida que nos permite calcular lo que nos espera, si lo temido llega a presentarse. De esta manera se está mejor preparado para afrontar sus consecuencias”. Podríamos decir también que el miedo es una necesidad básica: es el miedo lo que nos hace andar con prudencia en las calles, huir ante un animal peligroso –como una víbora o un león-, evitar los acantilados, manejar con cuidado los cuchillos, etc; podría decirse que es parte de nuestros instintos básicos de supervivencia.

Las primeras reacciones de miedo son el resultado combinado de varios factores intelectuales, la adaptabilidad a la respuesta del miedo, el contexto situacional y las capacidades cognoscitivas que se estén desarrollando en el niño. Durante la infancia se dan muy pocas reacciones de miedo, probablemente por razones adaptativas, ya que los pequeños todavía no tienen las habilidades motoras para protegerse de las situaciones peligrosas, y depositan su confianza en las personas adultas que los cuidan.

Al crecer, nuestros miedos perduran o se erradican, dependiendo de si los enfrentamos, los olvidamos o los alejamos. A veces, uno ni siquiera recuerda que, cuando niño, le temía a los payasos, a los perros, a la oscuridad o a la muñeca que, al apretársele una mano, cantaba y se encendían luces en sus mejillas al ritmo de “Martinillo” (esos mentados monos eran traumantes, ¿no?). A veces, uno crece con un miedo a las jeringas, a los perros, los insectos u otras cosas, pero no alteran la vida diaria. El problema se presenta cuando estos miedos son tan grandes que nos paralizan.


“El miedo devora las almas”
Fassbinder



Todos tenemos miedo a algunas cosas o situaciones, ya sea hablar con alguien superior, a la oscuridad, a las tormentas, a animales, etc. Estos miedos son totalmente normales. Pero cuando el temor a ellos llega a tal punto que interfiere en la vida cotidiana y nos priva de disfrutar cosas que podríamos hacer con facilidad, es ahí cuando la timidez y los temores propios se convierten en fobias.

La única diferencia entre el desarrollo de un miedo normal y el desarrollo de una fobia es que ésta es irracional e inapropiada. La fobia es un tipo de miedo desproporcionado respecto al peligro de la situación, es involuntario y lleva a evitar la situación temida. Las reacciones fóbicas persisten a lo largo de un periodo de tiempo considerable, son desadaptativas y no corresponden a la edad o estado evolutivo. Por último, la diferencia principal entre una fobia y un miedo común es: aunque su raíz psicológica es semejante, se diferencian fundamentalmente en su intensidad y sus repercusiones. El miedo común guarda relación con el peligro que se corre. Por el contrario, la persona que sufre fobias además de sentir un miedo más intenso, se caracteriza por la incongruencia de sus temores.


“El miedo es el camino al Lado Oscuro; el miedo conduce a la ira,
la ira conduce al odio, el odio conduce al sufrimiento.”
Yoda



Es conveniente decir que hablamos de fobias cuando la intensidad con que se experimenta miedo frente a los distintos peligros es injustificada, inoportuna, exagerada e interfiere con la vida normal, reduciendo la capacidad de acción y placer.

Las fobias tienen motivaciones profundas más lejos que el objeto mismo del miedo, o en palabras de Freud: “En la mayoría de los casos, la fobia no es más que la punta del iceberg de algún problema que arrastra al individuo desde su infancia” (1929). También puede tratarse de aprendizajes erróneos sufridos por el individuo y que en un momento determinado se activan. Sin embargo, cada caso tiene motivaciones diferentes.

Las fobias no son un estado emocional inmóvil, como la alegría o la tristeza. Se alimentan de:
- Los estímulos temidos
- La anticipación
- Los mecanismos de evitación (aunque sea una paradoja, los mecanismos de ‘precaución’ hacen que la siguiente vez que deben enfrentarse al miedo, sea peor)
- Los pensamientos auto-críticos (como ‘voy a parecer tonto’, ‘soy inferior’, ‘no puedo’, etc)
- Falta de práctica en la expresión verbal
- El círculo vicioso que producen las experiencias negativas (como una vez le fue mal, se teme que será igual o peor. Si éste pensamiento-profecía se cumple, se alimenta el temor para la siguiente ocasión)
- La costumbre de quedarse pensando en lo sucedido
- La angustia. Se tiene miedo de tener miedo y de que ése miedo sea visible.


“Eso me indica que a lo que más le temes es al miedo, lo cual me parece muy sensato.”
J. K. Rowling



La mayoría de los psiquiatras reconocen tres tipos principales de fobias: las fobias simples (hacia objetos y situaciones específicas), la agorafobia y las fobias sociales. Sin embargo, otros psiquiatras prefieren dividir las fobias en distintas categorías según la causa de la reacción y de la evitación, y para ellos las más frecuentes son:

1) CRISIS DE ANGUSTIA
Se caracteriza por la aparición súbita de síntomas de aprensión, miedo pavoroso o terror, acompañados habitualmente de una sensación de muerte inminente.

2) AGORAFOBIA
Se caracteriza por la aparición de ansiedad o comportamiento de evitación en lugares o situaciones en donde escapar resulte difícil o embarazoso, o bien, donde sea imposible encontrar ayuda en caso de que aparezca una crisis de angustia o síntomas similares.

3) FOBIA ESPECÍFICA
Se caracteriza por la aparición de ansiedad muy marcada como respuesta a la presencia de situaciones u objetos concretos temidos por la persona y que pueden dar lugar a comportamientos de huida. Puede ser:
a. Tipo animal: hacia insectos o animales
b. Tipo ambiental: hacia situaciones relacionadas con la naturaleza y los fenómenos atmosféricos
c. Tipo sangre-inyecciones-daño: hacia la visión de sangre o heridas, a recibir inyecciones u otras intervenciones médicas
d. Tipo situacional: hacia situaciones concretas como vehículos, túneles, ascensores, aviones o recintos cerrados
e. Otros tipos: hacia otro tipo de situaciones entre las que se incluyen aquellas que pueden llevar al atragantamiento, vómito o la adquisición de una enfermedad

4) FOBIA SOCIAL
Se caracteriza por la presencia de ansiedad clínicamente significativa como respuesta a ciertas situaciones o actuaciones en público del propio sujeto, lo que puede dar lugar a comportamientos de evitación. Esta categoría específica la analizaremos a fondo más adelante.

5) TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA
Se caracteriza por la presencia de ansiedad o preocupaciones excesivas y persistentes durante un periodo de al menos 6 meses. La ansiedad o preocupación se asocia a 3 o más de los siguientes síntomas:
a. Inquietud o impaciencia
b. Se fatiga con facilidad
c. Dificultad para concentrarse
d. Irritabilidad
e. Tensión muscular
f. Alteraciones del sueño

La ansiedad, la preocupación o los síntomas físicos provocan malestar médico o un deterioro importante en áreas importantes de la actividad del individuo. Estas alteraciones no se deben a los efectos fisiológicos directos de una sustancia o por una enfermedad médica, y no aparecen exclusivamente en un trastorno del estado de ánimo o un trastorno de carácter psicótico.

El nivel de ansiedad en cualquiera de estas categorías puede subir a un punto crítico por encima del cual puede llegar a producirse un ‘ataque de pánico’ en el cual, durante unos minutos, a la persona le parece que pierde el mundo de vista, que pierde el equilibrio, o que pudiera enloquecer o morirse de forma repentina. Los mismos pensamientos de estar ‘atrapado’ y padeciendo algo ‘horrible’ actúan de incentivos y mantenedores de ataque.

Las fobias simples, especialmente el miedo a ciertos animales, comienzan en la niñez y se pueden mantener en la edad adulta, mientras que la agorafobia suele comenzar al final de la adolescencia o en la primera juventud y las fobias sociales tienden a relacionarse también con la adolescencia.


“Mi corazón es reino del espanto”
Francisco de Quevedo



Existen alrededor de 248 fobias reconocidas, la mayoría de ellas recopiladas en 1942 por el semiólogo francés Henry Jay. Las más comunes son los siguientes:

1) Zoofobia (a los animales)
a) Cinofobia: a los perros
b) Entomofobia: a los insectos
c) Galofobia: a los gatos
d) Ofidiofobia: a las serpientes
e) Muridofobia: a los ratones

2) A los elementos o situaciones de la naturaleza
a) Acrofobia: a lugares altos
b) Agorafobia: a lugares abiertos
c) Aigmofobia: a objetos puntiagudos
d) Brontofobia: a los truenos
e) Claustrofobia: a lugares cerrados
f) Criptofobia: a espacios pequeños
g) Neofobia: a lo nuevo
h) Nictofobia: a la noche y/o a la oscuridad
i) Tanatofobia: a la muerte

3) Nosofobia (a las enfermedades)
a) Algofobia: al dolor
b) Bacteriofobia: a las bacterias y gérmenes
c) Cardiopatofobia: a los infartos
d) Hematofobia: a la sangre
e) Misofobia: al contagio
f) Traumatofobia: a los accidentes


“De lo que tengo miedo es de tu miedo.”
William Shakespeare



Dentro de toda la gama de fobias, las siguientes son poco comunes y bastante extrañas, pero es interesante conocerlas, aunque sea por lo insólito de los temores (para el breviario cultural, pues):

- Androfobia: al sexo masculino
- Aquafobia: al agua
- Bibliofobia: a los libros (qué extraño, yo conozco gente así)
- Bromhidrosifobia: a los olores corporales (así como huele mucha gente, no me extraña)
- Coitofobia: al coito (¡¡¿?!!)
- Crematofobia: al dinero (los políticos ya se vacunaron contra ésta)
- Dromofobia: a cruzar las calles (típico del Estado de México y en área de microbuseros)
- Ereutofobia: a sonrojarse
- Espermatofobia: al semen
- Fromemofobia: a pensar (muy común en ciertos grupos políticos)
- Genofobia: al sexo (sí… ¡¡¡al sexo!!!)
- Ginefobia: al sexo femenino
- Homilofobia: a los sermones (cualquiera que haya ido a un mitin de los paristas entenderá)
- Mitofobia: a decir mentiras (sí, aunque parezca imposible, existe)
- Monofobia: a la soledad
- Panofobia: A TODO (¡¡¡!!!)
- Pecatifobia: al pecado
- Peniofobia: a la pobreza (¡Viva México!)


“Nunca te diré todas las diferentes
maneras en que me haces sentir miedo.”
The Cure



¿Recuerdan la fobia social? Sí, no finjan demencia, ya habíamos quedado de tratarla más a fondo y ahora, ese momento ha llegado… ¡Ejém!

La fobia social o ansiedad social puede confundirse fácilmente con la timidez, pero hay que aclarar que no es lo mismo. Las personas con fobia social en algunos casos pueden incluso no ser tímidas, pero en ciertas situaciones llegan a sentir altos grados de ansiedad.

Se pueden diferenciar dos clases de fobia social:
a) Fobia social generalizada: los temores se experimentan en la mayoría de las relaciones sociales o en situaciones que implican una cierta interacción con las personas.
b) Fobia social específica: las situaciones de ansiedad sólo se dan en determinadas situaciones generalmente bien delimitadas, como hablar en público, bailar o el ser observado mientras se come.

A las personas que sufren de esta enfermedad, les preocupa la posibilidad de avergonzarse frente a los demás y el temor puede incluso evitar hacer las tareas cotidianas. Puede ser que estén convencidos de que las demás personas están mirándolos en espera de cualquier error. Aún al hablar por teléfono, hacer una pregunta en algún negocio o ir a un baño público puede causar temor. Pueden buscar el evitar preguntar por una dirección, comer, beber, estudiar o escribir en público, por el miedo a parecer ridículos.

Existen algunos elementos que por lo general están presentes en quienes lo padecen:
1) Preocupación por llegar a ser el centro de atención cada vez que se encuentran con alguien
2) Temor de que alguien los mire y observe lo que están haciendo.
3) Temor a que les presenten a otra persona.
4) Temor de comer o beber en público.
5) Dificultad para realizar trámites.
6) Miedo a dirigirse a un público o grupo de amigos.
7) Aversión a realizar llamadas telefónicas.
8) Dificultad para intercambiar opiniones.
9) Tendencia a evitar espacios cerrados con gente.
10) Sensación de ser mirados y desvalorizados.
11) Temor a que las intervenciones parezcan ridículas, pobres o inadecuadas.
12) Miedo a ‘quedarse en blanco’.
13) Algunas personas con fobia social tienden a beber alcohol para ganar así valor y desinhibición.


“El enemigo es el miedo. Creemos que es el odio pero no, es el miedo.”
Mahatma Gandhi



Las fobias han sido estudiadas en la psicología desde sus inicios. Freud (1929) maneja las fobias desde dos fases del proceso neurótico. “La primera es la represión de la libido y su transformación en angustia, fase que queda ligada a un peligro exterior. Durante la segunda se va constituyendo todos los medios de defensa destinados a impedir un contrato con este peligro, que queda como un hecho exterior.”

Algunas señales que denotan la presencia de una fobia son:

1) Preocupación

2) Temor o terror poco realista o excesivo frente a objetos o situaciones que son completamente inofensivos a ojos de los demás

3) Reacciones típicas de temor, como son:
a. Aceleramiento de los latidos cardiacos, sudoración, dificultad para respirar y temblar del cuerpo.
b. Un deseo incontrolable de alejarse de la situación que produce el temor.
c. Conciencia de la persona de la inexistencia de una explicación lógica del fenómeno, es decir, del carácter irracional del mismo.
d. Imposibilidad de controlarse voluntariamente.
e. Cierto grado de sufrimiento o malestar.

Así mismo, los pacientes fóbicos sienten:
- Sudor frío correr por su espalda, y en pocos minutos todo su cuerpo está empapado.
- Las manos comienzan a temblar y no hay forma de controlarse.
- Un tic nervioso y se siente una punzada en el estómago.
- La mirada se nubla.
- Problemas para respirar.
- Aumento considerable del ritmo cardiaco.
- Angustia frente a un estímulo fóbico.


“‘¿Qué haré con el miedo?’” clamaba Alejandra Pizarnik.
Mi consejo es que lo disfrutes un rato y luego le prendas fuego.”
Alfredo Quintana Garay



En cuanto al tratamiento, según los casos (como en todas las neurosis) se pueden encontrar distintos tipos que abarcan desde las técnicas conductivistas, hasta los psicofármacos, pasando por las terapias de apoyo o interpretativas. A veces el síntoma “fobia” traduce una perturbación psicológica más compleja, que debe ser detectada y tratada por un profesional.

Las fobias suelen tener un curso crónico. Para su curación existen tratamientos psicológicos y tres tipos de terapias:
- La terapia farmacológica, que aunque no representa la solución definitiva es una buena alternativa.
- La terapia conductual o cognoscitiva conductual, que consiste en modificar los patrones de pensamiento y conducta, es decir, atacar el estímulo que provoca ansiedad y su correspondiente reacción. Normalmente la combinación de las dos terapias anteriores soluciona el problema.
- La terapia psicodinámica. En esta fase el individuo conoce el por qué y para qué de su miedo. “Aquí revive el atavismo del pasado que está cercenando su presente”.

Es importante mencionar que dentro de estas opciones de tratamiento se encuentra otra opción más moderna, a través de métodos de realidad virtual.

Se dice que la mejor manera de superar nuestros miedos más profundos es enfrentarlos directamente; juntándolo con un medicamento efectivo y con un tratamiento psicológico, pueden ayudar a la mayoría de los fóbicos a superar exitosamente su condición.


“No es valiente el que no tiene miedo, sino el que sabe conquistarlo”
Nelson Mandela


3 comentarios:

  1. Vaya... hacia tiempo que no leía algo tan así, algunas partes son debatibles debido a la concepción del término "miedo", pues no es lo mismo si lo vemos desde una perspectiva psico-antropológica.

    Por otro lado el miedo estriba, en parte, en la concepción del bien y mal, para ello tendríamos que remitirnos a la construcción (Nietzsche) de las figuras concebidas como buenas y malas, (tal es el caso de algunos autores estructuralistas como Focault o Levi-Strauss y sus explicaciones de los mitos fundadores), que se han configurado para diferentes formas de pensamiento a lo largo de la historia.

    Tanto Nietzsche como los estructuralistas, incluso muchas corrientes de pensamiento incluyendo las psicológicas, abordan este tema.

    En este sentido, en las corrientes psicológicas... bueno, mejor me callo los dedos; creo que no tengo la suficiente capacidad cognoscitiva como para ofrecer una opinión sobre el artículo.

    Enhorabuena por el ensayo.

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