lunes, 23 de junio de 2008

En algún punto del siglo XIX, Amado Nervo nos relató esto:

LA NOVIA

La sutil destemplanza de una tarde marcera
le enfermó los pulmones, su invisible puñal
le clavaron los cierzos en la espalda de cera,
y hela allí entre las rosas que ofreció Primavera
cual friolentas primicias para su funeral.

El ajuar de la novia terminado se hallaba,
y el Esposo, impaciente, con febril anhelar,
los minutos, las horas y los días contaba;
el ajuar de la novia terminado se hallaba
cuando vino el Esposo que no sabe esperar.

Cuando vino el Esposo que nos hiela el deleite,
que sorprende a las vírgenes en la noche falaz
y requiere las lámparas que no tienen aceite,
¡cuándo vino el Esposo que nos hiela el deleite
y nos sella los labios con un beso de paz!

Ella supo, no obstante, cuál era su sino,
la voz queda de un ángel al oído le habló
y dijo: "No temas, será blando el camino,
y tu beso de bodas, el más dulce y divino
de los besos de bodas."
......................................Y sonriendo, murió.

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