lunes, 1 de septiembre de 2008

"FANGO SOBRE LA DEMOCRACIA"

En este libro, Roger Bartra recopila una serie de ensayos escritos a partir de la experiencia electoral del 2 de julio del 2006. Todos recordamos lo que pasó:
Después de las elecciones más competidas (Bartra las llama ‘más transparentes’, pero no estoy muy de acuerdo), el ganador resultó ser Felipe Calderón, candidato del PAN y de la derecha. Ante estos resultados, el candidato del PRD y de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador proclamó un complot (que nadie vio, más que él), denunció un fraude (que nunca se comprobó) y organizó un movimiento social que, bajo la bandera de ‘No al pinche fraude’, tomó a la Ciudad de México como rehén por casi dos meses.
La idea de Bartra al publicar su libro era ‘estimular un debate de ideas y principios políticos’, al menos eso dice en el prólogo. Con riesgo a sonar paranoica, yo pienso que va más allá. Tomando en cuenta que el autor es descendiente de españoles que llegaron a México huyendo de Franco, me atrevería a pensar que estos ensayos políticos llevan encerrado el trauma de los despatriados por un régimen contra el que no pudieron hacer nada, ni siquiera defenderse. Pero bueno, no es trabajo mío realizar un análisis psicológico de Roger Bartra (aunque admitámoslo, sería interesante después de leer el libro)
Las reflexiones del autor comienzan el 2 de julio de 2000, cuando las encuestas preliminares ya señalaban a Vicente Fox como el nuevo presidente de México. Esto en sí ya es sorprendente, dado que, tras 7 décadas de un gobierno casi dictatorial, México estaba por fin conociendo una transición. Poco importa que, en realidad, la gente no votara por Fox, sino contra el PRI. Finalmente, estos votos en contra del autoritarismo lograron la alternancia partidista y Vicente Fox se convirtió en presidente.
De cualquier manera, señala el autor, esto ya se veía venir. La larga transición de México a la democracia comenzó desde el año de 1968, y tuvo momentos críticos en 1982, 1988 y 1994. El mismo Ernesto Zedillo (presidente de México durante el sexenio 1994 – 2000) facilitó la alternancia partidista y el derrocamiento de la dictadura priista con la reforma al Instituto Federal Electoral (IFE) del año 1997. Lo que al principio fue una estrategia para afianzar la posición política del partido oficial, terminó por convertirse en su tumba: el 2 de julio de 2000 Vicente Fox ganó las elecciones por un amplio margen, reconocido por el mismo organismo al que 3 años antes le había sido conferida la autonomía.
¿Qué opción le quedaba entonces al PRI? Ernesto Zedillo se dirigió a la nación esa misma noche, felicitando a Vicente Fox y reconociendo su victoria en las urnas. El PRI se tambaleó, los 'dinosaurios' sintieron cerca su extinción y, mientras tanto, el país celebraba la primera gran señal de la transición hacia la democracia.
En su momento, se señaló a la manipulación mediática y a la mercadotecnia como la responsable de que el PAN ganara la presidencia. Si bien esto es verdad hasta cierto punto (la imagen que daba Vicente Fox no era la de un político gris y aburrido, sino la de una ranchero dicharachero, macho y vivaracho que terminó por ganarse la simpatía popular) también es cierto que el año 2000 fue el año en que por fin se terminó de gestar la democracia mexicana. No en balde, las elecciones de ese año son recordadas como las más democráticas y transparentes de la Historia de México.
Pero, ¿por qué ganó Vicente Fox? Más allá de su imagen de mexicano hasta las botas, ¿qué fue lo que hizo que el 2 de julio la gente votara por él? Con un poco de humor negro, se podría decir que la gente no votó por Vicente Fox, sino por la risa involuntaria, por un presidente que sólo con verlo provocara una carcajada (y terminado su sexenio, nos damos cuenta de que, 'ciertamente', cada vez que el guanajuatense abre la boca para opinar, uno no sabe si reír o llorar) Pero más allá de eso, la gente no votó a favor de Vicente Fox Quezada, como ya se ha mencionado arriba, sino que votó en contra del Partido Revolucionario Institucional, de ese partido que gobernaba al país con políticas rancias y caducas. El suyo era un régimen condenado a morir tarde o temprano, pero afortunadamente, su muerte fue pacífica, casi diríamos que fue una 'muerte natural'. No hubo grandes revoluciones, no hubo caudillos ni muertos en las calles (aunque durante todo el régimen priísta sí se acumularon un montón de muertos) La transición en México del partido de los 'dinosaurios' a un partido nuevo (aunque no precisamente moderno) se hizo por la vía suave, legal y legítima de las elecciones (no me dedicaré ahora a cuestionar la integridad del IFE)
¿Y la izquierda? ¿Qué pasó con el PRD el 2 de julio del nuevo milenio? Las políticas de Cuauhtémoc Cárdenas eran obsoletas. Cárdenas se escudó en su apellido y esperaba que el pueblo le mostraría el mismo apoyo que le dio a su padre. Grave error. El populismo de Cárdenas lo hizo ganar legítimamente las elecciones en 1988 (ah, no. Perdón, las ganó Salinas, lo que sucede es que se cayó el sistema ¿verdad?), pero no se podía esperar que las mismas campañas caducas funcionaran ya llegado el siglo XXI. El grave problema de la izquierda durante el 2000 fue que sus políticas se parecían demasiado a las del viejo régimen durante el siglo pasado.
México le apostó a una modernización. Cárdenas ya había sido candidato tres veces, se veía viejo y cansado. Además, por más que el Lázaro Cardenas sea vendido en las escuelas como un 'héroe de la patria', su nombre seguía siendo un nexo con el pasado, con un monolito que el país buscaba derrumbar. Mientras, Vicente Fox fue visto como un símbolo de modernidad, como un ícono del mexicano alegre y 'trabajador', una especie de Pedro Infante del Bajío. Tenía una carrera interesante en el sector empresarial y también una buena carrera política, aderezada con la percepción popular de ser un hombre 'derecho' y que no doblaría las manitas. De Francisco Labastida mejor ni hablemos; ganó las elecciones internas de su partido, llegó a juntar una buena cantidad de gente en sus mítines y consiguió el segundo lugar en las urnas; pero quedó claro que el partido fundado por Calles y reformado por Cárdenas ya no satisfacía las necesidades del país.
No hablemos de la administración de Fox. La terapia psicológica es muy cara y parece que vienen tiempos difíciles. Lo que es importante resaltar del periodo 2000 – 2006 es la gran cantidad de políticas empresariales, corporativistas y neoliberales que se fueron aplicando en el país. La administración panista ha resultado ser el edén para la iniciativa privada. Basta con recordar los escándalos del 'niño verde', de Carlos Ahumada y René Bejarano, los permisos de casinos de Santiago Creel, el escándalo de los hijos de Martita Según de Fox y, claro, la ley Televisa.
Hablemos entonces del 2 de julio del 2006. Después de una campaña tormentosa en la que el tiempo en medios electrónicos se usó casi exclusivamente para hacer campaña en contra del candidato opositor en lugar de hacerla a favor del propio candidato, una guerra de dimes y diretes en la que los únicos beneficiados fueron los medios masivos de comunicación y los mayores afectados fueron los ciudadanos (que finalmente fueron los que financiaron todo) y una incertidumbre general en la que lo único que se tenía en claro era que el próximo presidente NO sería el Dr. Simi (imagínense, el suyo hubiera sido el primer informe presidencial con subtítulos, botargas y edecanes buenotas que apenas pueden hilar dos palabras), llegaron las elecciones.
Las encuestas no se ponían de acuerdo: mientras unos de adjudicaban la victoria a Felipe Calderón y al PAN, otros le levantaban el brazo a Andrés Manuel López Obrador y el PRD. En cadena nacional apareció Roberto Madrazo con sonrisa de Barbie y cara de 'quiero llorar', y el vocero del PRI declaró que aún los resultados no eran claros y que todavía podían ganar las elecciones... nadie lo creyó, ni siquiera él.
Cuando el IFE declaró finalmente como vencedor al PAN, la reacción de López Obrador no se hizo esperar. Ni corto ni perezoso denunció un fraude, convocó a la gente (los taxistas 'panteras', los ambulantes, los 'viejejitos' y uno que otro dizque-intelectual) y llamó a movimientos nacionales, a marchas, a mítines y, finalmente, instalaron un campamento en el Zócalo capitalino.
Dos meses y varias mentadas de madre después, los campamentos se levantaron pero sin ningún resultado concreto. Felipe Calderón seguía siendo presidente electo de México, el recuento (que finalmente no fue 'voto por voto') no logró comprobar el fraude electoral, aunque tampoco lo desmintió. Bueno, no tuvo el resultado que AMLO esperaba, aunque sí tuvo efectos colaterales: caos en las vías públicas, un tráfico infernal con la consiguiente contaminación, pandillerismo, comercios y establecimientos afectados por el cierre de vías públicas, etc.
El 1 de diciembre Calderón tomó la Presidencia de la República. No importó que AMLO pataleara, que se declarara el 'presidente legítimo', ni siquiera que hiciera su propia ceremonia de toma de protesta en el Zócalo capitalino, con su banda tricolor y tomando como escudo el águila de los insurgentes.
A un año de la toma de protesta de Calderón, AMLO ha desaparecido de las primeras planas, de las pantallas y casi de la vida política. El PRD ha continuado con sus denuncias y sus oposiciones. El PRI continúa tratando de convencernos de que es ‘un nuevo PRI, más cerca de ti'. El PAN continúa en el poder. Fox se retiró a su rancho en Guanajuato con Martita.
¿Y la democracia mexicana? Bien, gracias.
Bartra llama a las elecciones del 2006 las 'más transparentes y auténticas'. Debo decir que no estoy de acuerdo. No sé si López Obrador ganó legítimamente las elecciones, no me consta que haya habido fraude, pero tampoco creo que las elecciones hayan sido tan limpias como se dice. Finalmente, es sabido que la Política es la chef d'ouvre del Diablo. También sabemos que la Política es el Arte de lo posible. Y dentro de todo, es posible que el PAN haya tratado de asegurar su supervivencia en el poder con una o dos trampas. Incluso Tolkien lo planteó en El Señor de los Anillos: el poder corrompe a quien lo posee, y digamos que la clase política no tiene fama de ser precisamente casta de santos. Es posible que los catoliquísimos líderes de izquierda cayeran en la tentación y metieran mano en las elecciones. Finalmente, no sería nada nuevo.
Ahora, sé que lo escrito anteriormente no es precisamente un control de lectura. Más bien parecen divagaciones mías a partir de lo que leí en el libro. Pero si no estoy de acuerdo con muchas cosas que escribió Bartra en el libro, ¿por qué he de repetirlas?

1 de septiembre, 2007

5 comentarios:

  1. ¡¡¡Interesantes disertaciones!!! Es la primera vez que leo un ensayo sobre política... no sé porque me acordé de algunos ensayos que hice y que lamentablemente no puedo compartir pues los hice a máquina de escribir.

    No quisiera tratar los temás acerca del estilo, pues eso sería bastante aburrido para tí, pero me agrada el tono irónico y sarcástico que llegas a utilizar... casi como una columnista de opinión en Reforma. ¿Será acaso que tu futuro está allí?

    Me agrada la forma en cómo englobas cada uno de los detalles de la historia política de este país. Yo hubiera tratado un poco acerca de la conciencia política que la ciudadanía tiene en tiempos electorales, así como las presiones externas (léase EU) jugaron su papel en el 2000 con ese proyecto que nuestro querido José Alfredo Jiménez de la política tenía en su diminuta cabeza... aunado con la influencia de Marta Sahagún, y más aún la que tiene el propio autor...

    Finalmente me interesaría mucho ese análisis psicológico que pretendes hacer a Bartra, pero para ello habría que tomar en cuenta algunas de sus obras. Particularmente me ha gustado uno sobre la contracultura en México, pero siendo sensato no es uno de mis autores favoritos... supongo que es lo que pasa cuando un profesor o profesora te "obliga" a hacer una lectura de un autor que no te agrada del todo.

    No cabe duda que te esperan grandes cosas en el futuro. Hasta me han dado ganas de sacar algun ensayito de mi caja de los recuerdos para compartirlo.

    Muchas gracias por este rato de lectura que me has regalado. No cabe duda que no estaba equivocado al buscar compartir ideas y letras contigo, ojalá que nuestra amistad/enemistad literaria siga por algún tiempo más... es una lástima que en algún momento tenga que acabar; pero mientras llega el día, haré lo mejor posible.

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  2. Se me olvido, ¿no has pensado en hacer una ucronía sobre esto? Estoy seguro que te saldría genial y resultaría interesante.

    Piénsatelo como una posibilidad.

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  3. Buena pregunta... trataré de responder concreto pues es un género que me gusta mucho.

    El término es una palabra compuesta entre utopía y cronología; esto es que ucronía es la utopía del tiempo (de verdad que así se define)

    Es escribir, con hechos reales, historias alternas. Un ejemplo es lo que narra Tito Livio en uno de sus libros de Historia Romana sobre una hipótetica guerra entre el Imperio y las huestes de Carlomagno

    En tu caso pudiste jugar con la mentecita de tu profe o profa e iniciar con otra cosa que nunca sucedió pero que pudo suceder.

    Otro ejemplo es que pasaría si Yair fuese más sociable =) (¿Así o más Egocentrista?)

    Trataré de no usar palabrejas tan raras

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  4. Fe de erratas (lo que causa una tesis, un ensayo sobre un compositor, transtornos alimenticios y poco sueño) Me refería a las huestes de ALEJANDRO MAGNO.

    ¿De dónde saqué a Carlomagno si lo que narro aconteció en el siglo IV antes de Cristo?

    (Lo peor de todo es que pasó casi una semana para darme cuenta de tontería que escribí)

    Aunque admito que a veces es bueno reírse de uno mismo y sus errores

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