Aún si sueño, aún si lloro,aún si siento temor, la realidad sigue viniendo sin parar; debo encontrar en donde estoy el valor de ser yo, ir hacia aquello que tanto he esperado. Y poder vivir con valentía y con decisión, ¡ser como un pétalo que libre va! Y aún si llega el día en el que debamos separarnos, ¡yo juro que cambiaré al mundo!
viernes, 17 de octubre de 2008
Sin título (se aceptan propuestas)
y yo sigo acostada en la cama
y siento un no-sé-qué en el pecho y en los senos y entre las piernas
y no tengo ganas de vestirme todavía.
Me miras desde el otro cuarto y te ríes de mí (o conmigo)
de que no tengo ganas de levantarme,
de que me acurruco entre tus sábanas porque hace frío,
de que te pido que no prendas la luz todavía.
A oscuras me pongo los lentes, para ver lo que no distingo,
y me doy por vencida al fin: comienzo a vestirme deprisa
mientras me hablas de tu vida y apagas la música por fin
y me siento sin zapatos en la puerta, sin ganas de irme todavía.
Y afuera llueve y hace frío, y adentro platicamos sentados en el piso
o me enseñas lo último que has hecho
o te sientas al piano y te dejas llevar por tu música,
y por un momento siento celos de esa pasión tuya que no comprendo muy bien todavía.
Y siento unas ganas inmensas de quedarme contigo esta noche,
de dormir a tu lado por hoy,
de que no pase otra cosa que acostarme junto a ti
y cerrar los ojos y no pensar en nada todavía.
Pero la noche avanza y sé que por hoy será todo.
Como despedida me tomas de la cintura,
me besas la boca como tú bien sabes,
das un beso también a mis pechos
y de nuevo un beso en la boca,
y yo siento un no-sé-qué en el pecho y en los senos y entre las piernas...
...y siento ganas de desvestirme otra vez.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
lunes, 29 de septiembre de 2008
"¡PUEBLO, ABRE LOS OJOS!"
Éste trabajo fue realizado de manera conjunta con mis queridas amigas del Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Naucalpan en los meses de octubre y noviembre del año 2004. No es justo que me lleve el crédito que compartimos las cuatro. Ellas son:Adriana Miranda OcañaBrenda Eirem Trejo MaruriJocabeht Ruiz Ruiz
Ayala Anguiano, Armando. Historia Escencial de México. Tomo 6. ¡Extra! Contenido. México, 2004.
Guevara Niebla, Gilberto. La Democracia en la Calle. Primera Edición. Editorial Siglo XXI. México, 1988.
José Agustín. Tragicomedia Mexicana. Editorial Planeta. México, 1990.
Monsiváis, Carlos. Días de Guardar. Onceava Edición. Editorial Era. México, 1986.
Monsiváis, Carlos y Scherer García, Julio. Parte de Guerra. Tlatelolco 1968. Editorial Nuevo Siglo Aguilar. México, 1999.
Poniatowska, Elena. La Noche de Tlatelolco. Quinta Edición. Editoral Era. México, 1971.
lunes, 1 de septiembre de 2008
"FANGO SOBRE LA DEMOCRACIA"
En este libro, Roger Bartra recopila una serie de ensayos escritos a partir de la experiencia electoral del 2 de julio del 2006. Todos recordamos lo que pasó:
Después de las elecciones más competidas (Bartra las llama ‘más transparentes’, pero no estoy muy de acuerdo), el ganador resultó ser Felipe Calderón, candidato del PAN y de la derecha. Ante estos resultados, el candidato del PRD y de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador proclamó un complot (que nadie vio, más que él), denunció un fraude (que nunca se comprobó) y organizó un movimiento social que, bajo la bandera de ‘No al pinche fraude’, tomó a la Ciudad de México como rehén por casi dos meses.
La idea de Bartra al publicar su libro era ‘estimular un debate de ideas y principios políticos’, al menos eso dice en el prólogo. Con riesgo a sonar paranoica, yo pienso que va más allá. Tomando en cuenta que el autor es descendiente de españoles que llegaron a México huyendo de Franco, me atrevería a pensar que estos ensayos políticos llevan encerrado el trauma de los despatriados por un régimen contra el que no pudieron hacer nada, ni siquiera defenderse. Pero bueno, no es trabajo mío realizar un análisis psicológico de Roger Bartra (aunque admitámoslo, sería interesante después de leer el libro)
Las reflexiones del autor comienzan el 2 de julio de 2000, cuando las encuestas preliminares ya señalaban a Vicente Fox como el nuevo presidente de México. Esto en sí ya es sorprendente, dado que, tras 7 décadas de un gobierno casi dictatorial, México estaba por fin conociendo una transición. Poco importa que, en realidad, la gente no votara por Fox, sino contra el PRI. Finalmente, estos votos en contra del autoritarismo lograron la alternancia partidista y Vicente Fox se convirtió en presidente.
De cualquier manera, señala el autor, esto ya se veía venir. La larga transición de México a la democracia comenzó desde el año de 1968, y tuvo momentos críticos en 1982, 1988 y 1994. El mismo Ernesto Zedillo (presidente de México durante el sexenio 1994 – 2000) facilitó la alternancia partidista y el derrocamiento de la dictadura priista con la reforma al Instituto Federal Electoral (IFE) del año 1997. Lo que al principio fue una estrategia para afianzar la posición política del partido oficial, terminó por convertirse en su tumba: el 2 de julio de 2000 Vicente Fox ganó las elecciones por un amplio margen, reconocido por el mismo organismo al que 3 años antes le había sido conferida la autonomía.
¿Qué opción le quedaba entonces al PRI? Ernesto Zedillo se dirigió a la nación esa misma noche, felicitando a Vicente Fox y reconociendo su victoria en las urnas. El PRI se tambaleó, los 'dinosaurios' sintieron cerca su extinción y, mientras tanto, el país celebraba la primera gran señal de la transición hacia la democracia.
En su momento, se señaló a la manipulación mediática y a la mercadotecnia como la responsable de que el PAN ganara la presidencia. Si bien esto es verdad hasta cierto punto (la imagen que daba Vicente Fox no era la de un político gris y aburrido, sino la de una ranchero dicharachero, macho y vivaracho que terminó por ganarse la simpatía popular) también es cierto que el año 2000 fue el año en que por fin se terminó de gestar la democracia mexicana. No en balde, las elecciones de ese año son recordadas como las más democráticas y transparentes de la Historia de México.
Pero, ¿por qué ganó Vicente Fox? Más allá de su imagen de mexicano hasta las botas, ¿qué fue lo que hizo que el 2 de julio la gente votara por él? Con un poco de humor negro, se podría decir que la gente no votó por Vicente Fox, sino por la risa involuntaria, por un presidente que sólo con verlo provocara una carcajada (y terminado su sexenio, nos damos cuenta de que, 'ciertamente', cada vez que el guanajuatense abre la boca para opinar, uno no sabe si reír o llorar) Pero más allá de eso, la gente no votó a favor de Vicente Fox Quezada, como ya se ha mencionado arriba, sino que votó en contra del Partido Revolucionario Institucional, de ese partido que gobernaba al país con políticas rancias y caducas. El suyo era un régimen condenado a morir tarde o temprano, pero afortunadamente, su muerte fue pacífica, casi diríamos que fue una 'muerte natural'. No hubo grandes revoluciones, no hubo caudillos ni muertos en las calles (aunque durante todo el régimen priísta sí se acumularon un montón de muertos) La transición en México del partido de los 'dinosaurios' a un partido nuevo (aunque no precisamente moderno) se hizo por la vía suave, legal y legítima de las elecciones (no me dedicaré ahora a cuestionar la integridad del IFE)
¿Y la izquierda? ¿Qué pasó con el PRD el 2 de julio del nuevo milenio? Las políticas de Cuauhtémoc Cárdenas eran obsoletas. Cárdenas se escudó en su apellido y esperaba que el pueblo le mostraría el mismo apoyo que le dio a su padre. Grave error. El populismo de Cárdenas lo hizo ganar legítimamente las elecciones en 1988 (ah, no. Perdón, las ganó Salinas, lo que sucede es que se cayó el sistema ¿verdad?), pero no se podía esperar que las mismas campañas caducas funcionaran ya llegado el siglo XXI. El grave problema de la izquierda durante el 2000 fue que sus políticas se parecían demasiado a las del viejo régimen durante el siglo pasado.
México le apostó a una modernización. Cárdenas ya había sido candidato tres veces, se veía viejo y cansado. Además, por más que el Lázaro Cardenas sea vendido en las escuelas como un 'héroe de la patria', su nombre seguía siendo un nexo con el pasado, con un monolito que el país buscaba derrumbar. Mientras, Vicente Fox fue visto como un símbolo de modernidad, como un ícono del mexicano alegre y 'trabajador', una especie de Pedro Infante del Bajío. Tenía una carrera interesante en el sector empresarial y también una buena carrera política, aderezada con la percepción popular de ser un hombre 'derecho' y que no doblaría las manitas. De Francisco Labastida mejor ni hablemos; ganó las elecciones internas de su partido, llegó a juntar una buena cantidad de gente en sus mítines y consiguió el segundo lugar en las urnas; pero quedó claro que el partido fundado por Calles y reformado por Cárdenas ya no satisfacía las necesidades del país.
No hablemos de la administración de Fox. La terapia psicológica es muy cara y parece que vienen tiempos difíciles. Lo que es importante resaltar del periodo 2000 – 2006 es la gran cantidad de políticas empresariales, corporativistas y neoliberales que se fueron aplicando en el país. La administración panista ha resultado ser el edén para la iniciativa privada. Basta con recordar los escándalos del 'niño verde', de Carlos Ahumada y René Bejarano, los permisos de casinos de Santiago Creel, el escándalo de los hijos de Martita Según de Fox y, claro, la ley Televisa.
Hablemos entonces del 2 de julio del 2006. Después de una campaña tormentosa en la que el tiempo en medios electrónicos se usó casi exclusivamente para hacer campaña en contra del candidato opositor en lugar de hacerla a favor del propio candidato, una guerra de dimes y diretes en la que los únicos beneficiados fueron los medios masivos de comunicación y los mayores afectados fueron los ciudadanos (que finalmente fueron los que financiaron todo) y una incertidumbre general en la que lo único que se tenía en claro era que el próximo presidente NO sería el Dr. Simi (imagínense, el suyo hubiera sido el primer informe presidencial con subtítulos, botargas y edecanes buenotas que apenas pueden hilar dos palabras), llegaron las elecciones.
Las encuestas no se ponían de acuerdo: mientras unos de adjudicaban la victoria a Felipe Calderón y al PAN, otros le levantaban el brazo a Andrés Manuel López Obrador y el PRD. En cadena nacional apareció Roberto Madrazo con sonrisa de Barbie y cara de 'quiero llorar', y el vocero del PRI declaró que aún los resultados no eran claros y que todavía podían ganar las elecciones... nadie lo creyó, ni siquiera él.
Cuando el IFE declaró finalmente como vencedor al PAN, la reacción de López Obrador no se hizo esperar. Ni corto ni perezoso denunció un fraude, convocó a la gente (los taxistas 'panteras', los ambulantes, los 'viejejitos' y uno que otro dizque-intelectual) y llamó a movimientos nacionales, a marchas, a mítines y, finalmente, instalaron un campamento en el Zócalo capitalino.
Dos meses y varias mentadas de madre después, los campamentos se levantaron pero sin ningún resultado concreto. Felipe Calderón seguía siendo presidente electo de México, el recuento (que finalmente no fue 'voto por voto') no logró comprobar el fraude electoral, aunque tampoco lo desmintió. Bueno, no tuvo el resultado que AMLO esperaba, aunque sí tuvo efectos colaterales: caos en las vías públicas, un tráfico infernal con la consiguiente contaminación, pandillerismo, comercios y establecimientos afectados por el cierre de vías públicas, etc.
El 1 de diciembre Calderón tomó la Presidencia de la República. No importó que AMLO pataleara, que se declarara el 'presidente legítimo', ni siquiera que hiciera su propia ceremonia de toma de protesta en el Zócalo capitalino, con su banda tricolor y tomando como escudo el águila de los insurgentes.
A un año de la toma de protesta de Calderón, AMLO ha desaparecido de las primeras planas, de las pantallas y casi de la vida política. El PRD ha continuado con sus denuncias y sus oposiciones. El PRI continúa tratando de convencernos de que es ‘un nuevo PRI, más cerca de ti'. El PAN continúa en el poder. Fox se retiró a su rancho en Guanajuato con Martita.
¿Y la democracia mexicana? Bien, gracias.
Bartra llama a las elecciones del 2006 las 'más transparentes y auténticas'. Debo decir que no estoy de acuerdo. No sé si López Obrador ganó legítimamente las elecciones, no me consta que haya habido fraude, pero tampoco creo que las elecciones hayan sido tan limpias como se dice. Finalmente, es sabido que la Política es la chef d'ouvre del Diablo. También sabemos que la Política es el Arte de lo posible. Y dentro de todo, es posible que el PAN haya tratado de asegurar su supervivencia en el poder con una o dos trampas. Incluso Tolkien lo planteó en El Señor de los Anillos: el poder corrompe a quien lo posee, y digamos que la clase política no tiene fama de ser precisamente casta de santos. Es posible que los catoliquísimos líderes de izquierda cayeran en la tentación y metieran mano en las elecciones. Finalmente, no sería nada nuevo.
Ahora, sé que lo escrito anteriormente no es precisamente un control de lectura. Más bien parecen divagaciones mías a partir de lo que leí en el libro. Pero si no estoy de acuerdo con muchas cosas que escribió Bartra en el libro, ¿por qué he de repetirlas?
1 de septiembre, 2007
lunes, 11 de agosto de 2008
Epitafio
"En una clara tarde de agosto nos dejó María del Refugio Velasco de Loera.
Quiso la vida que ése día se le cumpliera su último antojo; así, una de sus últimas imágenes fue la del cerro reverdecido por las lluvias, las flores que regala la estación y de su familia feliz.
A Cuca le gustaban las flores, las muñecas y poner apodos. Lo primero y más importante en su vida fueron sus hijos, a quienes amó siempre.
Por ella vinieron sus ángeles personales: su hermana Consuelo y su esposo Pancho. Se la llevaron al Cielo en forma de arcoiris, lejos de las penas y el dolor, bajo el cobijo de Dios.
Ahora, ella también es un ángel y, ya lejos del sufrimiento, es la cariñosa guardiana de aquellos que la lloran en la tierra. Su herencia es la imagen de un cerro reverdecido cubierto de flores."
martes, 29 de julio de 2008
Cuestión de amor
Todo esto lo saco a colación no para presumir mis costumbres de lectura (creo que es un placer tan mágico que la presunción podría arruinarlo), el hecho es que la última vez que lo leí odiaba al mundo. Ya estoy mejor -creo-, ya tengo 20 años y aunque no seré la persona más experimentada y madura del planeta, al menos ya llegué a la revelación de que el mundo puede o no tener la culpa de mis desgracias pero odiarlo es desgastante y no facilita nada (salvo la gastritis); así pues, uno tiene que morderse las uñas y decirle al móndrigo e ingrato mundo que nos lastima: "Bueno, lánzate, dame con todo lo que puedas. No me quedaré mi cama llorando en posición fetal. Tengo un oso de peluche y no dudaré en usarlo".
Llegada a este punto, trato de recordar de qué se trata esto... Ah, sí. Les contaba de ése señor chaparrito, calvo y orejón llamado Germán Dehesa, ¿les conté que tiene un libro que se llama Cuestión de Amor? ¿Sí? Oquei. Resulta que dicho libro consiste en una serie de pequeñas reflexiones sobre ése gran conflicto existencial que es el amor. Las primeras veces que lo leí, estaba desencantada del amor, ahora no estoy encantada pero no me quejo (y en México eso siempre es ganancia) Las reflexiones del 'profe' Dehesa van desde su familia, sus divorcios o sus hijos (temas más bien personales, dirán algunos, pero a mí me parece que no tanto) a la amistad, el trabajo, envejecer, la vida y otros bichos.
Mis reflexiones, que son las que me tienen escribiendo esto en hojas sueltas a las 2 de la mañana, surjen específicamente de un apartado llamado Aquí está Rosario, donde asistimos a una hermosa conversación con la autora de Balun Canan. No se los arruinaré contándoselos (supongo que es una manera sutil de decirles "busquen el libro y léanlo completito") Lo que no me deja dormir es esto:
Por alguna razón, estamos obsesionados con la felicidad. Buscamos obtenerla por los medios que nos parecen correctos. Tiene sentido, claro que sí, porque si no es para ser felices, entonces ¿para qué carajos vivimos esta perra vida? Pero muchas veces, el camino que escogemos hacia la felicidad nos hace infelices. Buscamos trabajo para ganar dinero porque la estabilidad económica nos ayuda a ser felices, ¿cierto? En dos décadas, yo he conocido gente que se desvive trabajando y que se ve igual de desgraciada a pesar de los pesos que pesan en su cuenta de banco. Las fiestas, salir a los antros y echar desmadre, si te la pasas bien, si ríes y cotorreas, eres feliz, ¿verdad? Tal vez, aunque desde los quince años, conozco gente que se odia a sí misma tanto que se la pasa de fiesta en fiesta, bebiendo, fumando, metiéndose hasta vaporub y teniendo sexo a tontas y a locas (o con tontas y locas) a fin de olvidarse de sí mismos un poco, pero al final de la pachanga siguen tan vacíos como siempre.
Comprar coches, tener casas, tener mil viejas o viejos, salir en la tele, no pedir permiso, no preocuparse por 'cosas inútiles'... las imágenes que en televisión nos venden como felicidad, ¿lo son? No dudo que haya gente a la que su trabajo le apasiona, le gusta y lo hace bien; el hecho de tener un techo sobre tu cabeza y saber que de hambre no te mueres, salir por ahí con los amigos, la familia o la pareja... todo esto nos trae momentos de felicidad. Pero me parece un error considerarlo la esencia misma del ser feliz.
Tengo veinte años, vivo en una casa con otras cuatro personas de mi misma sangre y carezco de experiencia laboral comprobable. Fuera de eso no hay nada que sea mío, ni siquiera estas palabras que escribo, pero esa es la belleza del asunto: aquí no hay nada que me pertenezca en exclusividad a mí. De cierta manera ni siquiera me pertenezco a mi misma. Pero me parece que una manera efectiva de pasar estas cortas horas que nos son concedidas en este gran bostezo de la eternidad, es precisamente dejar de lado el concepto de la propiedad y el poder. Buscamos comprar y poseer las cosas: un coche, una computadora, un hombre, una mujer... cuando sentimos que lo poseemos, nos sentimos contentos (que no es lo mismo que felices) pero con ello viene la gran ansiedad de perderlo. Los celos, la paranoia, la envidia, estas situaciones vienen o se derivan precisamente de este percepción de que aquello que poseemos nos será arrebatado. Si los seres humanos llegáramos a comprender que el mundo no nos pertenece en exclusividad, sino que más bien al contrario, nosotros pertenecemos al mundo... si nos percibimos como una parte de este mundo en lugar de como los dueños de él, podemos comenzar un cambio que nos permitirá sentirnos menos desdichados.
¿Qué es la felicidad? Creo que cada quien tendrá una manera de definirlo. Un amigo me dijo una vez que él era feliz cuando llegaba a su casa, saludaba a su mamá, a su hermana y sus sobrinos y se sentaban todos juntos a cenar pan bimbo frente a la tele sin ponerle atención porque no paraban de hablar o de reír o de hacer bromas. "Nada más el hecho de estar todos juntos, de que a la hora de acostarme los oyera a todos roncar en la casa y supiera que están allí, con eso basta para que me sienta calientito por dentro y me despierte con ganas en la mañana" me decía, palabras más, palabras menos.
Creo que eso más o menos lo dice. Tal vez La Felicidad sea la suma de todos esos momentos en los que nos sentimos calientitos por dentro sin que importe si el clima es horrible, si nos tenemos que parar temprano mañana, si se le debe al banco, si nos peleamos con el jefe, si hay mil cosas que hacer y poco tiempo... un momento tal vez breve en el que damos gracias a cualquier clase de ser supremo por el hecho de estar viviendo ése momento. Y sí, tal vez pasado el momento, las serotoninas y endorfinas se diluyan y la breve felicidad se vaya, y volvamos a la locura y la desesperación de siempre. Pero para esos tiempos, como nos recuerda el señor Dehesa, "decía Tomás Moro, todo es una cuestión de amor".
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sábado, 26 de julio de 2008
Septiembre, 2007
Que corra mi sangre hasta la última gota
porque tú vives en ella.
¡Que no cese este dolor
para poder olvidarte!
¡Que deje de sentir como siento!
Desaparezca el odio que te tengo...
porque a mi amor te empeñas en matarlo.
Sí, odio;
como no puedo querete:
¡que sea odio!
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Marzo, 2007
Mátenme, que ya estoy muerta.
Ya no hay niña (no veas una niña)
no hay mujer tampoco
sólo estoy yo
la que no para de pensar en dos ojos de esmeralda.
Ojos que me matan sin querer.
Ojos que quiero que me maten.
Ojos que muero por ver.
Ojos felinos que me hace bajar la mirada.
Ojos que anhelo ver,
pero que al verlos me matan.
¿Y qué me queda por hacer?
Morirme, ojos verdes.
Morir por los ojos verdes.
¡Mátenme, ojos verdes!
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lunes, 23 de junio de 2008
Y en algún punto del 2001 se me ocurrió esto:
Originalmente, la entrada decía '2002 o 2003', pero, revisando mis notas, me he dado cuenta de que en realidad debe ser de antes que eso, es decir, del 2001 (según recuerdo, lo escribí cuando estaba en segundo de secundaria)
Es todo, hasta luego.
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En algún punto del siglo XIX, Amado Nervo nos relató esto:
La sutil destemplanza de una tarde marcera
le enfermó los pulmones, su invisible puñal
le clavaron los cierzos en la espalda de cera,
y hela allí entre las rosas que ofreció Primavera
cual friolentas primicias para su funeral.
El ajuar de la novia terminado se hallaba,
y el Esposo, impaciente, con febril anhelar,
los minutos, las horas y los días contaba;
el ajuar de la novia terminado se hallaba
cuando vino el Esposo que no sabe esperar.
Cuando vino el Esposo que nos hiela el deleite,
que sorprende a las vírgenes en la noche falaz
y requiere las lámparas que no tienen aceite,
¡cuándo vino el Esposo que nos hiela el deleite
y nos sella los labios con un beso de paz!
Ella supo, no obstante, cuál era su sino,
la voz queda de un ángel al oído le habló
y dijo: "No temas, será blando el camino,
y tu beso de bodas, el más dulce y divino
de los besos de bodas."
......................................Y sonriendo, murió.
sábado, 21 de junio de 2008
Un Canto
En gran medida, son galimatías sin sentido, como frases puestas juntas al azar. Lo escribí cuando tenía catorce años, después de una larga clase de Decoración de interiores (¿?) y un par de textos de John Lennon.
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miércoles, 18 de junio de 2008
¿Qué les viene a la mente si juntan éstas tres canciones?
miércoles, 4 de junio de 2008
Invocación
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domingo, 1 de junio de 2008
Y yo humildemente le respondo
(Cavilaciones ociosas a partir del poema Número 20 de Pablo Neruda)
INTI: Es tan corto el amor y tan largo el olvido…
DUDA: ¿Más largo el olvido que el amor?
POETA: Más largo el olvido que la misma vida.
ARTE: Habla poeta, escribe lo que nosotros no sabemos decir.
(PABLO se levanta y voltea hacia la audiencia. Durante toda la obra no desviará su mirada del frente o de la poesía que está recitando, como si apenas se diera cuenta de las sombras que lo rodean. El resto de los personajes lo cerca, formando una media luna a su alrededor. INTI queda inmediatamente a su derecha, ligeramente distanciada y frente a frente con el POETA, quien queda a la izquierda de PABLO; después de POETA está DUDA, mirando hacia el frente y luego viene ARTE, quien mira fijamente a PABLO. Del lado opuesto, queda al frente LÓGICO, dándole la espalda a PABLO; le sigue HOMBRE, quien se debate entre mirar a ARTE, a LÓGICO y a PABLO; finalmente está INTI)
PABLO (haciendo el ademán de sostener una hoja de papel entre las manos): Puedo escribir los versos más tristes esta noche. (Ligera pausa, las miradas de los demás van por un instante hacia él y luego vuelven a su lugar) Escribir por ejemplo: “La noche está estrellada y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.”
LÓGICO (mirando hacia el público, como para desacreditar a PABLO): Eso es ilógico, los astros no tiritan ¿cómo podrían? Son bolas de gas ardiendo. Y tampoco son azules, de hecho emiten una luz blanca.
DUDA (a LÓGICO): ¿Y las estrellas muertas? ¿Las enanas azules? Son astros fríos que se ven azules.
ARTE: No es Astrofísica, es Poesía. (DUDA fija su mirada en él) No escuchen con el cerebro, dejen que llegue más adentro, a lo más profundo de ustedes.
PABLO: El viento de la noche gira en el cielo y canta.
HOMBRE (dando un respingo): ¿Canta el viento?
POETA: Como tú o como yo.
LÓGICO: No es posible.
ARTE: Es poesía.
INTI: Todo es posible.
PABLO: Puedo escribir los versos más tristes esta noche. (A partir de aquí, INTI y POETA harán mímica siguiendo la poesía. Mientras PABLO lee los siguientes dos versos, POETA da tres o cuatro pasos hacia atrás e INTI va hacia él, quien le abre los brazos y la estrecha contra su pecho) Yo la quise, y a veces ella también me quiso. En las noches como esta la tuve en mis brazos.
(Al interrumpirse la lectura, los amantes se quedan inmóviles como estatuas)
DUDA: ¿Por qué en noches como esta? ¿Qué tiene esta noche de diferente?
LÓGICO: Ésa es ciertamente la pregunta. Es lógico que las condiciones meteorológicas son distintas en cada noche, aunque las llegue a haber similares, no hay dos noches iguales: la humedad en el ambiente, la presión barométrica, la-
HOMBRE (interrumpiendo): Esta noche no parece distinta a otras.
INTI: Pero es distinta.
LÓGICO: Ya se están contradiciendo.
POETA (besando levemente la frente de INTI): En esta noche ella no está en sus brazos.
(Cuando PABLO retoma la lectura, INTI y POETA se ‘descongelan’)
PABLO: La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
INTI (suspirando): ¡Cuántos besos dados bajo el cielo…!
LÓGICO (interrumpiéndola): Infinito ha dicho él. Pero sólo porque no hemos podido llegar hasta sus límites no significa que no los tenga. Es inconcebible.
ARTE: En el mundo que estamos explorando, es la voz del poeta la que nos guía por el camino elegido, los límites no están establecidos.
HOMBRE: ¿Y este cielo tiene límites?
INTI (pasa una mano por los ojos de POETA): Nuestro cielo es infinito. (a PABLO) Continúa poeta.
PABLO: Ella me quiso, (aquí INTI y POETA se separan caminando de espaldas y vuelven a sus respectivos lugares) a veces yo también la quería.
INTI (aparte, en voz baja): ¿A veces…?
PABLO: Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. (INTI comienza a volverse lentamente de espaldas al POETA, mirando hacia el techo) Puedo escribir los versos más tristes esta noche. (POETA se acerca a INTI y le tiende los brazos, pero ella no voltea a verlo) Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. (INTI se aleja un par de pasos de POETA) Oír la noche inmensa…
PABLO Y POETA: …más inmensa sin ella.
LÓGICO (golpeando el suelo con el pie y volviéndose a ver a los demás): Bueno, eso sí me lo van a tener que explicar. ¿Cómo se puede oír la noche? ¿Por qué la llamas inmensa?
DUDA: ¿Y por qué no?
LÓGICO: Pues porque… porque… ¡no tiene lógica!
HOMBRE: Creo que sé de qué habla (los demás –salvo PABLO- se vuelven a verlo) El dolor por perderla… es por eso, ¿no? (mira a PABLO, quien no se da por enterado de su existencia) Quiero decir… (mira a ARTE, quien asiente apenas perceptiblemente) cuando hay un dolor muy grande no quieres moverte (se va encogiendo hasta quedar tendido en el suelo) te encoges y cierras los ojos. No quieres moverte ni hablar ni nada (cierra los ojos y se coloca en posición fetal) Pero no puedes evitar escuchar. Por más inmenso que sea el dolor siempre estás escuchando, no puedes cerrar los oídos. Y… aquí, tirado solo, todo parece inmenso; la noche me parece demasiado para mí solo. La noche es inmensa… sí, ahora entiendo de qué habla.
(Los demás guardan silencio un momento. PABLO baja la mirada como si escuchara algo a lo lejos. En silencio, LÓGICO se acerca a HOMBRE, que sigue en el suelo y comienza a incorporarlo)
DUDA: ¿Contesta eso tu pregunta?
LÓGICO (mientras levanta a HOMBRE): Contestó la de él (hace un gesto señalando con la cabeza a HOMBRE)
PABLO: Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. Que importa que mi amor no pudiera guardarla.
INTI (aparte aún de espaldas a POETA): El amor nunca puede guardarnos, sólo nos ampara por algún tiempo. (se abraza a sí misma, protegiéndose el pecho) La noche ha caído como otras noches y tú no estás con ella.
PABLO Y POETA (POETA tiende las manos hacia INTI): La noche está estrellada y ella no está conmigo. (INTI baja la cabeza, aún abrazándose) Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
LÓGICO: ¿Quién canta?
DUDA: No lo sé.
HOMBRE: Es a lo lejos
INTI: ¡Es el viento!
LÓGICO: ¡El viento no canta!
ARTE: ¿Es ella?
DUDA: No lo sé.
HOMBRE: Es a lo lejos.
INTI: ¿No va a terminar este dolor?
PABLO: Mi alma no se contenta con haberla perdido. Como para acercarla mi mirada la busca.
POETA (bajando por fin los brazos que le tendía a INTI pero aún mirándola): Recuerdo otras noches en que estuvimos juntos (se acerca a PABLO, le pone una mano en el hombro y le dice casi al oído) Ahora somos fantasmas. No puedo acercarla ni aunque la encontrara, mi mirada se pierde en esa noche inmensa (a HOMBRE) En esta noche que tú ya describiste.
(HOMBRE asiente y le da una ligera palmada en la espalda a PABLO pero retira la mano rápidamente, como si el contacto quemara)
PABLO (comienzan a temblarle las manos): Mi corazón la busca y ella no está conmigo.
LÓGICO (a DUDA): El corazón es un órgano, sólo bombea sangre, es lo único que hace. No sale a buscar novias perdidas.
ARTE (a LÓGICO): Seguramente hasta tú sabes a qué se refiere un poeta cuando habla de su corazón ¿o no?
(LÓGICO balbucea pero no sabe qué contestar y vuelve a su posición enojado, cruzando los brazos)
PABLO: La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. (LÓGICO parece querer interrumpirlo, pero ARTE le indica que espere) Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. (levanta apenas la cabeza y mira fijamente al frente pero con la mirada perdida) Ya no la quiero, (INTI baja los brazos por fin y lo mira triste y ofendida) es cierto, pero cuánto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
INTI: ¿Para cantar con el viento?
POETA: Para cantarle al oído.
(Mientras PABLO sigue leyendo, INTI se acerca a él y lo rodea por enfrente, hasta colocarse al lado de POETA de manera que éste quede entre PABLO e INTI. POETA suelta el hombro de PABLO -que no ha soltado desde que se acercó- y se vuelve para quedar frente a frente con INTI)
PABLO: De otro, será de otro. Como antes de mis besos. (cierra los ojos, recordando) Su voz, (POETA le pasa a INTI una mano por el cabello) su cuerpo claro, (rodea su cintura con el otro brazo) sus ojos infinitos (baja la otra mano del cabello hacia la cara. PABLO hace una pausa y POETA e INTI se abrazan como si fueran a besarse) Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. (POETA e INTI rompen el abrazo pero aún se toman de ambas manos, mirándose fijamente a los ojos) Es tan corto el amor y tan largo el olvido.
POETA E INTI: Sí, es tan corto el amor y tan largo el olvido.
LÓGICO: ¡Basta! No soporto más. Hablen coherentemente o dejen de hablar.
ARTE: Escucha incoherentemente o deja de escuchar. Tu lógica no es requerida en esta función.
DUDA: Poeta, di ¿por qué es tan largo el olvido?
HOMBRE: ¿Por qué es que hacemos corto el amor?
INTI (sin romper el contacto visual): Porque no podemos acostumbrarnos al amor. Hay que sacrificar un pequeño trozo de vida para dejar entrar al otro. Somos demasiado egoístas para permitirnos eso.
POETA: ¿Por qué se hace tan largo el olvido? ¿Por qué el dolor te congela el corazón?
PABLO: Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos…
INTI (separándose por fin de POETA, quien le besa una mano): Porque en noches como esta estuvimos en los brazos del otro.
PABLO: ...mi alma no se contenta con haberla perdido.
(INTI le da la espalda a POETA y sale por la izquierda, del lado de ARTE, quien la sigue con la mirada. Después de un instante, todas las miradas vuelven a fijarse en PABLO, quien mira fijamente las hojas que se supone que ha escrito. Comienzan a temblarle las manos, parece que fuera a llorar y cuando habla, lo hace con la voz quebrada)
PABLO: Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, (rompe las hojas imaginarias) y estos (levanta las manos para mostrar las imaginarias hojas rasgadas) sean los últimos versos que le escribo.
(Tira las hojas al suelo y camina hacia el fondo, donde vuelve a adoptar su postura original solo que esta vez se estremece a causa de los sollozos. ARTE y POETA recogen las hojas rotas, mientras los demás se voltean y salen)
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
miércoles, 14 de mayo de 2008
Alguna vez dijo Pablo Neruda...
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos"
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como esta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijo.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca y ella no está conmigo.
La misma noche me hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuanto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor y tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque este sea el último dolor que ella me causa
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.
viernes, 2 de mayo de 2008
Amanecí entre tus brazos
Ya sé que parece locura, pero por un segundo apenas (como si te hubieras escondido en el mínimo instante que me tomó abrir los ojos) estuve positivamente segura de que estabas conmigo.
Y, a riesgo de parecer perezosa (que sí lo soy, para qué mentir) no puedo esperar el momento de volver a dormir para que, en ése breve momento que le toma a la mente darse cuenta de que se está despierto, pueda quizá sentirte junto a mí.
miércoles, 30 de abril de 2008
Original en Español
y me doy cuenta de que mi piel extraña tus labios
y ésa sensación de cuando besas
mi mano izquierda y mi hombro y mi cuello
y mis mejillas y mi frente
y mis senos
con ésa boca tuya que sabe hacerse extrañar
Siento que me arde la piel
ahí donde tus manos han estado y ya no están
en mis brazos
mi cintura mi cara
mi vientre mis muslos mi espalda
allí donde mi piel extraña el roce de tus dedos
allí donde has marcado a fuego tus huellas
Siento un vacío en los oídos
porque les falta tu voz tu risa tus susurros
tus te-amo que me roban el aliento
Siento un vacío en los ojos
porque les falta el brillo de los tuyos
y tu sonrisa y tu forma de mirarme
Sé
que me haces falta
que mi aliento tiene sed de tu aliento
y que mi cuerpo extraña tu cuerpo
- con locura dulce y casi dolorosa -
que voy a seguirte extrañando
hasta que el mundo caiga en su lugar
y mis labios encuentren tu boca
y tus brazos mi cuerpo
y mis ojos los tuyos
para entonces volver a perdernos
el uno dentro del otro.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
miércoles, 23 de abril de 2008
SILENCIO
Viajo sola en la carretera. No se oye ni un sonido.
El silencio me vuelve loca, no lo soporto Estoy tan acostumbrada al ruido que el silencio me produce una inmensa sensación de vacío.
Prendo la radio en busca de un poco de ruido. Nada, sólo interferencias. ¿Qué hacer? ¿Cómo llenar éste vacío?
Se me ocurre tararear una canción. Al principio funciona, pero después de un rato no acude ninguna a mis labios. Y de nuevo quedo en silencio.
Tamborileo el volante con los dedos y no funciona. Abro la ventana pero en esta noche no se escucha ni el silbido del viento. Hasta los grillos se han olvidado de cantar.
Incluso el maldito motor va silencioso, como si todo el mundo se hubiera confabulado para negarme el sonido. Es imposible intentar con el claxon: nunca ha servido.
Es entonces cuando llega la idea. Veo la solución. ¡Claro! ¿Cómo es posible que no lo viera antes? ¡Es tan simple!
Llevo una pistola en la guantera. Al abrirla no hace ruido. No importa, ya encontré la solución al silencio.
Me detengo a la orilla de la carretera. Cuando corto cartucho se oye un ¡clic! Por fin un poco de ruido. Me la acerco a la sien. Así, cuando se oiga la explosión podré escucharla bien. Bueno, uno… dos… tres… ¡Clic! ¡Bang!
12:00 a.m.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
miércoles, 5 de marzo de 2008
...
Mi primer ensayo en Investigación con el compañedo Maciel. No es que esté
orgullosa de él, pero hace un rato que no subo, hay que desquitar el espacio
virtual.
1. Explica desde tus propias palabras qué es la vida y qué te representa como joven universitario.
Un cuento por un idiota contado, sin sentido ni razón y sin ningún significado.
W. Shakespeare MacBeth
¿Qué es la vida? ¿Acaso hay una respuesta a esta pregunta? Yo no creo tenerla. Generalmente, cuando me paro a pensar en eso, me digo que es la clase de cosas que sólo se comprenden cuando uno muere… si acaso se comprende. A veces me digo también que cuando me pongo a pensar en la vida inevitablemente pienso en la muerte y es más bien… deprimente; entonces me digo que no quiero pensar en eso, que para qué pensar en eso, que ¡por amor de Diosa[1]! Tengo diecinueve años, que si me llega la muerte ahora apenas y empiezo a conocer lo que es la vida, por lo que en realidad no me dolería dejarla… o tal vez sí.
Pero, dado que esta respuesta me parece incompleta después de leerla y releerla, me vuelvo a preguntar ¿qué es la vida? ¿Es una clase de aliento? ¿Es abrir los ojos en la mañana y respirar y pensar ‘no me quiero levantar’ y de todas maneras levantarme? Puede ser ¿Es estar recostado en la noche y ver pasar frente a tus ojos las imágenes del día, escuchar las palabras, oler a las personas e irse perdiendo en los recuerdos hasta que por fin gana el sueño? También puede ser ¿Qué más?
¿Qué es mi vida? Me respondo que no lo sé. Una serie de actividades que a veces tengo que hacer y que a veces quiero hacer… Una clase de dos horas, otra clase de dos horas, ir a mi casa, dormirme en el camión, hacer la tarea (cuando la hago), ensayar para la siguiente función. Qué triste, ¿no? Reducir una existencia a una lista de labores.
El asunto es que me parece difícil describir mi vida simplemente en palabras… qué tan sencillo es poner en palabras algo que apenas puedes concebir. ¿Cómo defines la vida cuando es lo único que conoces? ¿O acaso alguien recuerda lo que fue antes de vivir? ¿Acaso alguien sabe lo que pasa después? (Bueno, aunque lo supiera es difícil darlo a conocer) Sin parámetros con qué comparar, ¿cómo definirla, cómo mesurarla? Creo que en realidad no he dado ninguna respuesta.
[1] Sí, sé que dice Diosa, y es totalmente deliberado.
jueves, 28 de febrero de 2008
A propósito de Truman Capote
La noche del 15 de noviembre de ese año llegaron a la casa de la familia Narezo Loyola dos individuos. Las versiones difieren en este punto: una dice que ambos llevaban la cara cubierta con máscara de luchador, la otra dice que sólo uno de los atacantes; el hecho es que dos hombres entraron a la casa. Cinco horas y media después de haber ingresado a la vivienda de los Narezo Loyola ambos delincuentes la abandonaron en un automóvil robado a la familia, llevando consigo tarjetas de crédito, dinero en efectivo y la factura "endosada" del coche para poder venderlo. Dentro de la casa quedaron los cuerpos de los cinco integrantes de la familia y las dos empleadas domésticas.
El joven Juan Pablo Quintana, a quien los victimarios creyeron muerto, sobrevivió al disparo que recibió en la cabeza. Varias horas más tarde, mal herido, el joven logró salir de la casa y pedir ayuda. Su declaración ayudó a identificar a uno de los criminales: Orlando Magaña, quien vivía en la misma calle que la familia asesinada.
La búsqueda de Magaña ocupó la atención de la policía y de los medios durante los días que siguieron, hasta su aprehensión el sábado 30 de noviembre de ese año. Tras su detención, Magaña declaró que su cómplice era un sujeto de entre 23 y 24 años llamado Jorge Esteban o Esteva. Tras tomar la declaración de Magaña, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal reconstruyó la noche del multi-homicidio de la siguiente manera:
“Magaña Dorantes y Esteban o Esteva llegaron a la casa de los Narezo a las siete de la noche del 15 de noviembre con la intención de robar, ya que suponían que sólo se encontraban las dos trabajadoras domésticas. Jorge tocó el timbre de la casa y como las muchachas lo conocían le abrieron la puerta, pues les dijo que iba a entregar unas refacciones al señor Narezo Benavides; pero con él entró Magaña Dorantes, quien se cubrió la cabeza con una máscara de luchador.
Iban a sacar lo que querían y se retiraban, pero finalmente no se pudo porque llegaron más ocupantes de la casa y (Magaña Dorantes) se ve descubierto cuando alguien de la familia (Ricardo Narezo Loyola, hijo mayor de la familia y amigo suyo desde hacía diez años) le quita la máscara y le dice: Orlando, ¿qué haces aquí?
Frustrados sus planes originales, los ladrones sometieron al joven Ricardo, a sus padres y a su hermana Diana, de diez años, a las dos empleadas y al amigo de Ricardo, Juan Pablo Quintana -sobreviviente del crimen-, pero como faltaba la otra hija de la familia, Andrea; decidieron que uno de los dos la recogería de la casa que visitaba junto con su hermano mayor. Todo para evitar más testigos, pues Andrea regresaría a su casa con dos amigas más y evidentemente iban a percibir que algo sucedía en la casa” (La Jornada. Lunes 2 de diciembre de 2002)
Una vez que Magaña y su cómplice sometieron a la familia, obligaron al padre a que les entregara la factura del automóvil, misma que el señor Narezo Benavides tuvo que ir a buscar a un taller mecánico que tenía en la colonia Insurgentes Mixcoac. Con la factura en su poder, los ladrones decidieron asesinar a los testigos.
“Antes de la medianoche, habían sido asesinados Ricardo Narezo Benavides y su esposa Diana Loyola Bautista, así como sus hijos Ricardo Jesús, Andrea y Diana Narezo Loyola. También fueron victimadas Cecilia de los Ángeles Pacheco y Margarita Cortés, que trabajaban con la familia” (La Crónica. 14 de noviembre de 2004)
Trascendió que Magaña Dorantes fue detenido en Iztapalapa donde permanecía escondido en casa de un pariente y pretendía salir a Morelos, estado al que viajó días después del crimen. En cuanto a su cómplice, hasta la fecha no se sabe con certeza qué fue de él. A comienzos de 2003 se informó que Esteva podía haber sido asesinado por Magaña y que su cadáver había sido localizado, calcinado, en Amecameca. Sin embargo no se podía asegurar que los rasgos del retrato hablado que proporcionó Juan Pablo Quintana fueran los de ese cuerpo. Se comparó el ADN del cadáver con el que se identificó en una colilla de cigarro encontrada en la casa de la familia Narezo pero los resultados fueron negativos.
lunes, 21 de enero de 2008
Sangre en la Luna
“Dicen que cuando la luna se ve roja al salir es porque alguien va a morir esa noche.”
Al principio no lo tomé en serio, pero al ver que ella parecía esperar una respuesta, no pude evitar soltar la carcajada. Es obvio que no era la reacción que esperaba: sus mejillas se colorearon de enojo y estuvo a punto de vaciarme el café caliente encima, pero mi teléfono sonó y se contuvo para poder gritarme a su antojo cuando colgara. No llegó a hacerlo, y su enojo se desvaneció al ver la expresión de mi cara; la llamada era de mi secretaria, mi socio se había accidentado; estaba estable pero decidí ir al hospital. Me levanté para irme y alcancé a escuchar la voz de Serena:
“En realidad yo no lo sé... eso dicen.”
Al llegar al hospital las noticias eran tranquilizadoras, él parecía estar bien pero lo iban a tener al menos toda la noche en observación. No había nada qué hacer ahí y decidí irme a casa, pero en la puerta de hospital me detuve unos segundos y no pude resistirme el mirar hacia el cielo, hacia la luna que ahora brillaba plateada sobre la ciudad. A pesar de lo que los médicos habían dicho, no pude evitar un escalofrío al pensar en las palabras de Serena. Esa extraña sensación estuvo conmigo en el camino a mi casa, aún cuando me acosté por fin a dormir... sólo para despertar un par de horas después por el timbre del teléfono: mi socio acababa de morir. No supe ni qué contesté en ése momento, sólo recuerdo que pasé el resto de la noche, hasta el amanecer, junto a la ventana, mirando la luna roja a través del cristal.
Un par de años después, Serena y yo salíamos de un restaurante. Mientras buscaba algo en su bolsa, Serena volteó hacia el cielo y, en un tono casual, dijo:
“Dicen que cuando la luna se ve roja al salir es porque alguien va a morir esa noche.”
No sé porqué lo dijo en ese momento, y con las mismas palabras que la primera vez, pero en esta ocasión no me causaron gracia en absoluto. Miré hacia arriba: la luna brillaba roja por entre las negras nubes, un efecto un tanto escalofriante. Claro, yo había aceptado (más bien me había convencido) que la muerte de mi socio un par de años atrás había sido sólo una coincidencia, aunque una muy desagradable; cosas que pasan. Pero esta vez, aún por irracional que sonara, las mismas palabras a la luz de la luna roja me llenaron de un temor inexplicable. Supongo que Serena lo notó, porque se apresuró a decir:
“Perdón, no quería asustarte pero, bueno, es que eso dicen.”
Pasé las horas más interminables de mi vida, pensando que la última vez alguien sí había muerto, pero conforme pasaban las horas y la luna comenzó a alzarse brillante y plateada sobre la ciudad, el temor se fue desvaneciendo... hasta que llegué a mi casa. Había toda una multitud de curiosos en torno a la puerta y, al acercarme, un policía preguntó si era mi casa. Sentí que me faltaba el aliento, así que sólo asentí. “¿Mi esposo?” alcancé a preguntar en un murmullo. El policía no contestó, pero me abrió camino hacia el interior de la casa, hasta que un paramédico se acercó y, sin mirarme a los ojos, dijo: “Hicimos lo que pudimos. Lo siento.” El resto es una escena borrosa. Recuerdo que regresé al jardín y pasé un momento (o pudieron haber sido horas) mirando la roja luna que brillaba en el cielo.
Después del funeral llevé a Serena a su casa. Mis nervios no habían estado muy bien, pero esa noche me sentí extrañamente en calma, como si todo a mi alrededor fuera una película a la que yo sólo asistía como público. El viento soplaba húmedo y frío, y la noche era oscura por las pesadas nubes que cubrían el cielo.
“¡Qué nochecita!” comenté roncamente al llegar frente a la casa de Serena. Ella volteó al cielo y dijo:
“Sí, ni siquiera ha asomado la luna. ¿Sabes? Dicen que cuando la luna se ve roja al salir...”
“...alguien va a morir esa noche.” completé. Algo en mi voz debió alarmarla, pues volteó a verme con los ojos desencajados y la cara pálida, pero antes de que pudiera reaccionar, ya me había bajado del carro. Abrí la puerta y la saqué a jalones, la llevé hasta su casa como pude (no recuerdo muy bien todo lo que hice) y, una vez adentro, la maté. Salí de mi casa con calma, con el mismo sentimiento de irrealidad que tenía cuando llegué. Lanzando una última mirada al cadáver de Serena, dije:
“Yo, en realidad, no lo creo, pero eso dicen.” Y volteé hacia el cielo, observando cómo la luna, que acababa de salir de atrás de una nube, se iba tiñendo del rojo color de la sangre.
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